viernes, 6 de julio de 2012

Nuestra Anita

Nuestra Anita

Basada en un hecho real

Diario de Laura

27 de Mayo de 2.009


Esta tarde hemos estado en el hospital. Fuimos con la maestra a ver a Anita, nuestra compañera. Nos juntamos más de los que esperábamos en un principio. Creimos que nos iban a impedir entrar a verla a la habitación o que tendríamos que hacer turnos para saludarla, ya que éramos 21; pero la maestra consiguió que pudiésemos estar todos a la vez, cinco minutos, para darle la sorpresa y entregarle el regalo que le habíamos preparado en clase entre todos.

No es ésta la primera vez que Anita va al hospital, pero sí la que vamos tantos compañeros a verla.

Estamos en Sexto de Primaria y conocemos a Anita desde Educación Infantil de 3 años; prácticamente toda nuestra vida. Inicialmente en aquellos cursos de infantil, Anita era como los demás, uno más a jugar y aprender normas en clase. Con el tiempo nos fuimos percatando de que ella era diferente, aunque nunca nos importó.

Nos explicaron, en una de las diarias ocasiones en las que salía a la clase de PT y AL, que Anita era Síndrome de Down; que era diferente y que no podría hacer lo mismo que nosotros, porque además coincidía que tenía cierto retraso mental.

Aquello nos afectó un poco, pero Anita era tan entrañable y se había ganado nuestros corazones de tal manera que, saber su peculiar realidad, nos unió más como grupo y nos ayudó a quererla más aún y a cuidarla como si fuese el bebé de la clase; porque realmente Anita era como una niña de 4 años a la que todos deseábamos proteger.

Más tarde Anita nos asustó con su problema de corazón. Siempre la veíamos resfriada y sabíamos que tomaba medicación para el corazón, pero no pensamos que fuese tan delicado y, la primera vez que faltó porque la ingresaron en el hospital nos quedamos tristes. Estábamos en 2º de Primaria y no nos dejaron ir a verla, pero le enviamos con la maestra nuestro deseo de verla pronto de regreso en clase.

Hemos ido a verla en otras ocasiones que ha sido ingresada varios compañeros y compañeras para charlar con ella un rato y alegrarle la tarde, pero hoy fuimos casi todos. Y es que, estamos en 6º; sabemos que Anita repetirá curso y nos separaremos irremediablemente de ella. Y eso nos entristece.

Cuando nos vio entrar a todos de golpe, se le iluminó la cara y comenzó a decir esas graciosas expresiones suyas con sus típicos gestos que demostraban su agradecimiento.

Me tocó a mí entregarle, en nombre de todos, un gran oso de peluche que habíamos adquirido juntando dinero de nuestras huchas. Lo cogió con ansiedad y hundió su cara en el pecho del tierno oso y cuando nos miró tenía los ojos enrojecidos y nos dio las gracias.

En clase le hicimos en una cartulina blanca una especie de mural, donde cada uno de nosotros dibujó y coloreó algún motivo que sabíamos iba a gustarle y le pusimos una dedicatoria. Y, aunque éramos conscientes que a ella lo que más le iba a llamar la atención eran los dibujos, le fuimos leyendo cada uno de nosotros lo que le habíamos escrito y enseñándole el dibujo.

De todas las dedicatorias no me acuerdo, pero pondré aquí algunas de ellas.

Anita:

Te queremos; vuelve pronto con nosotros a clase

La chica más cariñosa y guay de mi clase

Gracias por ser así, tan entrañable y especial

Me encanta tenerte en clase y oírte hablar cosas siempre agradables con tu infantil y encantadora media lengua

Gracias por sonreír por todo; nunca olvidaré cómo cierras tus ojos al hacerlo.

Gracias por no enfadarte más de dos segundos, cuando te quito el balón o te tiro del pelo

Gracias por hacernos mayores; ya que el hecho de saber que nos imitas en todo, hace que deseemos darte buen ejemplo.

Te echaré de menos cuando no te tenga de pareja de baile en los verdiales del colegio; siempre me encantó ser tu modelo y ayudarte a bailar, que por cierto, lo haces genial.

Siempre recordaré el primer día de clase en infantil; salimos al recreo y tú, con tu genio y figura, te hiciste pasar por la maestra y aún no sé cómo pudiste ponernos a todos en fila.

He aprendido de ti que lo más importante no es ser el más inteligente, sino tener el corazón grande, como tú.

Gracias por elegirme de novio en tus fantasías. Siempre tan romántica.

Ya, no recuerdo más, lo que sé, es que mientras las íbamos leyendo, a todos se nos encogía el corazón y saltaban las lágrimas, al darnos cuenta de lo que íbamos a perder al dejarla en primaria.

Nos hicimos una foto todos amontonados alrededor de su cama, con su mamá y la seño incluidas y le dijimos que cuando volviese a clase estaría revelada y se la daríamos para que la pegase en el rectángulo central de la cartulina que habíamos dejado libre a propósito para ese fin.

Su mamá puso el cartel en la mesilla frente a su cama para que lo viera constantemente y, cuando le dijimos adiós, hasta pronto, se quedó un poco triste abrazada a su nuevo amigo el oso de peluche.

Salimos del hospital y la maestra nos felicitó. Nos dijo que Anita estaría pronto de regreso y podríamos disfrutar de su alegría, su cariño y sus comportamientos infantiles todo el mes de Junio.

Por supuesto que lo disfrutaríamos; intensamente, ya que, aunque la veamos en las calles del pueblo de vez en cuando, no será nunca igual como convivir con ella en el aula al menos dos horas diarias; ir de excursión y ver cómo sus ojitos achinados descubren todo como si de una niña pequeña se tratase; comer en el comedor escolar con ella o verla garabatear folios enteros de olas a bolígrafo, intentando imitarnos en clase. Y, todo ello, intentando guiarla, cuidarla y protegerla y procurando que no se enfadase nunca por no poder hacer exactamente lo que nosotros. Eso jamás lo olvidaremos; forma parte de nuestras vidas y nos ha enriquecido como personas; estoy segura de ello.

Si supieran los de 5º, lo especial y entrañable que es, lucharían para que cayese en su clase el curso que viene. Ya que, al curso que le toque convivir con Anita, tendrá la mayor suerte. Porque como nuestra Anita, no hay otra.

FIN

2 comentarios:

  1. Qué bien expresado: lo que entiendo aquí es que cuando nos despojamos de nuestros propios complejos, sabemos valorar mejor a los demás. Durante mucho tiempo se nos ha inculcado el desprecio al diferente como medio de defensa. Es un error, la diferencia enriquece. El desprecio -o el miedo- al diferente es el miedo a nuestras propias limitaciones. Cada uno de nosotros debería hacer como Anita y aprender a disfrutar de la vida, irradiando sencillez, amor por las cosas y personas, inocencia (ausencia de culpa) y dejarnos de ese vano batallar diario por ser mejor que el de al lado, lo que no nos hace mejores, sino que nos envilece porque, al cabo del tiempo solo conseguimos eso: ser mejor que el de al lado. En su lugar deberíamos luchar por ser mejores simplemente.

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  2. Gracias por tu comentario; es muy profundo; yo nunca me había planteado la idea de que el desprecio o el miedo al diferente es el miedo a nuestras propias limitaciones. A mí siempre me han educado respetando las diferencias y lo he visto de lo más normal y lógico y nunca me he sentido atacada por ello; al contrario, me ha hecho agradecer la suerte que tengo, de momento, en la vida y que hay que volcarse a ayudar a los desfavorecidos.

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